La Iglesia marca nuevas pautas a sus fieles sumando nuevos pecados capitales a los antiguos siete -soberbia, avaricia, gula, lujuria, ira, pereza y envidia-. Ahora se ha incluido expresamente en la lista la afición excesiva a la riqueza, además de otros derivados del proceso de globalización y del desarrollo de la ciencia, como el daño al medio ambiente y determinados experimentos biogenéticos.
Este último nuevo pecado, relacionado con el saber científico, refleja el eterno enfrentamiento entre religión católica y ciencia. La Santa Sede siempre se ha opuesto a los experimentos o avances científicos relacionados con la clonación humana y la investigación de las células madre, que requieren la creación de un embrión de dos semanas para poder conseguir diferentes tipos de tejido.
Se podría decir que al fin se han reconciliado la ciencia y la moral religiosa, ya que el Vaticano aplaude un nuevo avance científico que permite conseguir células madre sin necesidad de usar cigotos humanos. Según ha declarado el canciller de la Pontificia Academia para la Vida del Vaticano, Ignacio Carrasco, es “muy positiva e importante la demostración de que es posible obtener células madre para regenerar órganos y tejidos sin necesidad de recurrir a la clonación ni utilizar embriones”.
Por una parte, este reconocimiento de la Iglesia dirigido a los científicos merece un gran elogio, puesto que las autoridades católicas nunca, en el devenir de la historia del hombre, habían tardado tan poco en aceptar y apoyar un nuevo descubrimiento.
Pero por otra parte, hay que ser agradecidos con estos científicos que han logrado células madre a partir del líquido amniótico (reprogramando las células, sin la fecundación de ningún óvulo). Por esta razón, no hay que condenarlos ni considerarlos pecadores, ya que no es una casualidad que los expertos que hoy loamos, sean los mismos que los que ayer despreciamos por descubrir la clonación terapéutica (clonación de un embrión con el genoma del paciente para obtener diversos tipos de tejidos).
Gracias a este paso previo, que la Iglesia sigue sin aprobar, hoy se ha podido llegar al hallazgo que cura tanto la salud como la moral de los pacientes enfermos.
La comunidad científica no debe preocuparse por el alma de cada uno de sus investigadores, porque, según la Biblia, Dios es misericordioso y perdona todos los pecados del hombre, siempre y cuando se arrepienta. Así, que es recomendable que estos sabios dejen momentáneamente su moral religiosa de lado, y sigan descubriendo nuevas maneras de combatir enfermedades como el alzheimer o el cáncer.
Después, al terminar, que se confiesen, si así lo ven oportuno, o bien, que se santigüen y recen tres Padres Nuestros y dos Ave Marías. Eso ya es algo opcional.
Este último nuevo pecado, relacionado con el saber científico, refleja el eterno enfrentamiento entre religión católica y ciencia. La Santa Sede siempre se ha opuesto a los experimentos o avances científicos relacionados con la clonación humana y la investigación de las células madre, que requieren la creación de un embrión de dos semanas para poder conseguir diferentes tipos de tejido.
Se podría decir que al fin se han reconciliado la ciencia y la moral religiosa, ya que el Vaticano aplaude un nuevo avance científico que permite conseguir células madre sin necesidad de usar cigotos humanos. Según ha declarado el canciller de la Pontificia Academia para la Vida del Vaticano, Ignacio Carrasco, es “muy positiva e importante la demostración de que es posible obtener células madre para regenerar órganos y tejidos sin necesidad de recurrir a la clonación ni utilizar embriones”.
Por una parte, este reconocimiento de la Iglesia dirigido a los científicos merece un gran elogio, puesto que las autoridades católicas nunca, en el devenir de la historia del hombre, habían tardado tan poco en aceptar y apoyar un nuevo descubrimiento.
Pero por otra parte, hay que ser agradecidos con estos científicos que han logrado células madre a partir del líquido amniótico (reprogramando las células, sin la fecundación de ningún óvulo). Por esta razón, no hay que condenarlos ni considerarlos pecadores, ya que no es una casualidad que los expertos que hoy loamos, sean los mismos que los que ayer despreciamos por descubrir la clonación terapéutica (clonación de un embrión con el genoma del paciente para obtener diversos tipos de tejidos).
Gracias a este paso previo, que la Iglesia sigue sin aprobar, hoy se ha podido llegar al hallazgo que cura tanto la salud como la moral de los pacientes enfermos.
La comunidad científica no debe preocuparse por el alma de cada uno de sus investigadores, porque, según la Biblia, Dios es misericordioso y perdona todos los pecados del hombre, siempre y cuando se arrepienta. Así, que es recomendable que estos sabios dejen momentáneamente su moral religiosa de lado, y sigan descubriendo nuevas maneras de combatir enfermedades como el alzheimer o el cáncer.
Después, al terminar, que se confiesen, si así lo ven oportuno, o bien, que se santigüen y recen tres Padres Nuestros y dos Ave Marías. Eso ya es algo opcional.
Artículo de opinión del 5 de mayo de 2008
2 comentarios:
Pecado cientifico... muy en tu linea Jero xD
Espero seguir leyendo articulos igual de interesantes que este en tu blog.
Un besito guapa.
Ya hacía tiempo que no tenía noticias tuyas, me alegra que me hayas leído!!
Gracias friki!! Espero ofrecerte cosas más interesantes...
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